El sello de Melün es dar a conocer los servicios ecosistémicos de nuestros maravillosos bosques centenarios, a través de algo tan simple como un desodorante con foye (canelo chileno), una crema con aceite de ñefn (avellana chilena), y aromaterapia de bosque que ayuda a enfocar la mente y funcionar bien bajo estrés, cuenta Rocío Epprech, […]
El sello de Melün es dar a conocer los servicios ecosistémicos de nuestros maravillosos bosques centenarios, a través de algo tan simple como un desodorante con foye (canelo chileno), una crema con aceite de ñefn (avellana chilena), y aromaterapia de bosque que ayuda a enfocar la mente y funcionar bien bajo estrés, cuenta Rocío Epprech, creadora de este proyecto de biocosmética. “Queremos difundir los principios activos de la flora nativa para que más gente lo conozca y valore la importancia de protegerla”, asegura.
Esto, agrega, es porque el territorio, el espacio en el que se produce, pero también en el que habita Melün, es central para el proyecto: “Todos los ingredientes vegetales son de árboles nativos y de una huerta orgánica que están en mi hogar y donde dicto los talleres. Además, muchos aceites esenciales utilizados provienen de la carretera austral o de lugares cercanos como la cordillera de los Andes. Aunque también usamos insumos como flora cosmopolita que se puede encontrar en cualquier parte del mundo, para que las personas puedan replicar lo aprendido”, comenta Rocío.
Los nombres entregados a sus productos también son parte de este concepto: “Intentamos rescatar los nombres en mapudungun y el refrigerio busca enseñar nuevos usos y preparaciones para hierbas, bayas y frutos como notro, matico, triwe, foye, maqui, murta, calafate y pimienta de canelo, entre otros”.
Parte del Programa Territorial Integrado Lago Llanquihue Destino Creativo, explica que el programa impulsado por Corfo Los Lagos fue fundamental para profesionalizar la oferta. “El PTI me sirvió para reconocerme como agente que aporta una mirada nutrida y original, también para conocer extraordinarios emprendimientos en la cuenca y valorar la sinergia entre todos los participantes y sobre todo, me entregó chispa y alegría” relata Rocío recordando, con cariño, las clases y como el programa hizo de la cuarentena un espacio que ayudó a sacar lo mejor y compartirlo entre todos.
Hoy el producto crece. A principios de octubre invitó a ser parte del proceso, abriendo el espacio para enseñar de biocosmética y su elaboración, ese es su sello creativo: «Ofrecemos enseñar a preparar cosmética con flora nativa y desde cero en un bello lugar de la cuenca del Llanquihue”, donde el foco también está puesto en enseñar las diferencias entre cosmética tradicional y biocosmética. “Nos conectaremos al reino vegetal de manera respetuosa, recolectamos las hierbas de nuestra futura biocosmética y ¡manos a la obra! Preparamos deliciosos productos que los asistentes disfrutarán siendo parte de esta aventura”, concluye.